viernes, 10 de febrero de 2017

Jerónimo de Ayanz Beaumont: Militar e Inventor en el Siglo de Oro


Hombre culto, polifacético y emprendedor, conocido como el “caballero de las prodigiosas fuerzas”, fue un destacado hidalgo navarro, miembro de la vieja nobleza, que sirvió como paje real en su adolescencia y que destacó como militar en los Tercios Reales, músico, pintor, cosmógrafo, pero, sobre todo, como inventor en los reinados de Felipe II y Felipe III. 


Jerónimo de Ayanz
Jerónimo de Ayanz y Beaumont, (Guenduláin, Navarra; 1553 – Madrid; 1613), Participó, desde 1571, en diversas acciones militares en el Mediterráneo, los Países Bajos y la conquista de la isla Tercera en la incorporación de Portugal, recibiendo en 1579 el hábito de la Orden de Calatrava y en 1582 la encomienda Calatrava de Ballesteros, cerca de Ciudad Real, por evitar un atentado contra el Rey Prudente; varios años más tarde, en 1595, recibiría la encomienda de Abanilla, cercana a la ciudad de Murcia donde residía entonces. Entre ambas, obtenía unas rentas de de más de un millón de maravedís, una fortuna considerable para la época.
 
 Hijo de Carlos de Ayanz de Navarra Góngora (15201568), montero mayor del rey y capitán de la guarnición de Pamplona, que intervino activamente en las campañas de Francia al lado de Felipe II y participó, entre otras muchas, en la decisiva batalla de San Quintín (1557), y de Catalina de Beaumont y Navarra Porres.


Torre del Palacio cabo de armería de los Ayanz (Lónguida)
La crianza de Jerónimo y sus hermanos estuvo a cargo de su madre, que inculcó a sus hijos los principios de una educación propia de su rango. Pasó la infancia en el señorío que poseía su familia en Guenduláin, cerca de Pamplona, hasta que en 1567, al no poder optar al gobierno del señorío ya que no era el primogénito, fue a servir al rey Felipe II como paje. En la Corte recibió una educación esmerada y se le instruyó en las dotes miliciales, en las letras y las artes y, también, en las matemáticas que, posteriormente, le servirían para sus estudios de cosmografía.



Ayanz, a la edad de 31 años, emparentó con una de las familias de mayor abolengo de la ciudad de Murcia: los Dávalos y Pagán. La mujer escogida fue doña Blanca Dávalos Pagán y Aragón y para casarse, el caballero tuvo que pedir la correspondiente licencia a la Orden de Calatrava a la que pertenecía. El 22 de diciembre de 1584 se realizó el matrimonio, pero Blanca murió al poco tiempo y entonces tuvo que iniciar los trámites para casarse con una hermana menor de Blanca, llamada Luisa, lo que efectuó el 30 de agosto de 1586, y con la que tuvo seis hijos, pero cuatro de ellos no llegaron a la pubertad.

Con ocasión de las disputas que tuvieron lugar en el reino de Navarra a mediados del siglo XV, los de este linaje se declararon decididos partidarios del bando beamontés, llamados así por su caudillo, don Luis de Beaumont, cuyo apellido es el segundo de Jerónimo, rival del agramontés, que defendía los legítimos derechos del Príncipe de Viana (Carlos) frente a su padre Juan II de Navarra. Así, en 1453 Carlos de Ayanz (Señor de Mendinueta) hizo prisionero en acto de guerra al Adelantado mayor de Castilla don Fernando de Rojas, y aunque con arreglo a los usos de la época podía haber obtenido una cuantiosa suma por su rescate, prefirió canjearlo por la libertad del Príncipe, al que el rey Juan II tenía preso en Zaragoza.

En el año 1481, los de Ayanz, señores del palacio de Guenduláin, fueron muertos a traición por los Artiedas, sus primos carnales en una cena. Los del linaje de Ayanz, que eran muchos, se pasaron entonces al bando del Mariscal de Navarra porque el Conde de Lerin había acogido en su casa a los fascinerosos. Francés de Ayanz, señor del palacio de Guenduláin, abuelo de Jerónimo, disputó la jurisdicción del pueblo en 1540, pero se declaró que era del rey por sentencia del Consejo.

Varios de los antepasados de Jerónimo destacaron al servicio de Carlos V y de Felipe II. Su abuelo paterno, Francés de Ayanz, luchó contra los franceses que habían invadido Navarra en 1521, en la batalla de Noaín, llevando a su cargo su propio ejército. 

También luchó contra los franceses su padre, Carlos de Ayanz, dirigiendo bajo su mando a la gente de Pamplona y su comarca. y dos de sus tíos estuvieron consagrados al servicio del rey.
Jerónimo de Ayanz es considerado por algunos como el "Da Vinci español", por destacar en una gran diversidad de materias durante el Siglo de Oro. En muy pocos años realizó un gran número de innovaciones y, además, pudo verificarlas en la práctica, algo que no siempre realizó Leonardo da Vinci, el gran genio del Renacimiento. Pero no solo era un genio, sino que también era un hombre muy fuerte.... se dice que era capaz de horadar con su dedo un plato de plata, de sostener a un caballo mientras era azuzado por su jinete o, una vez, de arrancar de cuajo el enorme portalón de un convento.

Ayanz tuvo una activa vida militar y política. Participó con heroísmo en varios combates (en Túnez, Flandes, Portugal, Azores, La Coruña), llegando a desmantelar una conjura francesa para asesinar en Lisboa a Felipe II.

Ocupó asimismo los cargos de regidor de Murcia (1587) y gobernador de Martos en Jaén (1595). En el año 1597, fue nombrado administrador general de las minas españolas, lo que le permitió visitar más de 550 minas, teniendo la oportunidad de poner en práctica algunos de sus inventos. Entre ellos había dos ingenios de vapor, destinados respectivamente a purificar el aire y bombear el agua dentro de las explotaciones mineras, lo que constituye la primera aplicación conocida del vapor a una actividad industrial, mucho antes que la patente del inglés Thomas Savery (1698), que mejorada dio lugar a la máquina de James Watt.

Máquina de vapor de Ayanz
A lo largo de su vida, Ayanz fue autor de 48 inventos, reunidos en un privilegio (patente) de 1 de noviembre de 1606 archivado en Simancas (Valladolid), con los que pretendía la mejora de un importante sector para la economía española del momento, como era el de la minería, en la península y en los territorios del Nuevo Mundo. Ayanz también realizó varios originales diseños y prototipos de submarinos y equipos de buceo, algunos de los cuales fueron probados con éxito en el río Pisuerga, en Valladolid, ante los reyes Felipe III y Margarita de Austria, la Corte y un gran número de curiosos. Este hecho sucedió en 1602 y no se volvió a repetir hasta el siglo XIX, en Inglaterra.

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