viernes, 13 de enero de 2017

Beltrán de la Cueva. Valido de Enrique IV y supuesto padre de La Beltraneja


El favorito don Beltrán de la Cueva fue quizá el ejemplo más característico de ennoblecimiento en Castilla a finales de la Edad Media; valido del rey Enrique IV, en una rápida carrera acumuló numerosos títulos hasta ser nombrado duque de Alburquerque en 1464. Luchó a favor de este monarca contra la nobleza tras la Farsa de Ávila, y de Isabel la Católica en la guerra de Sucesión.

Acusado de ser el padre biológico de la heredera del trono, Juana (nacida el 28 de febrero 1462), apodada vulgarmente por sus enemigos como “la Beltraneja”

Beltrán nació en Úbeda (Jaén) hacia 1440 y se cree que murió en Cuéllar (Segovia), a donde se había retirado, el 31 de octubre de 1492, el mismo año de la toma de Granada y al poco del descubrimiento del Nuevo Mundo. Era el tercer hijo de Diego Fernández de la Cueva (señor de la Casa de la Cueva (y nieto de Gil Martínez de la Cueva), Caballero de la Orden de Santiago, Alcalde de Úbeda y de Alcalá la Real, Corregidor de Cartagena y primer Vizconde de Huelma) y de Mayor Alfonso de Mercado, ambos pertenecientes a linajes locales (aunque de origen montañés), nobles pero de poco rango (hidalgos). Desde principios de 1456 fue paje de lanza del rey Enrique IV de Castilla (conocido como “el Impotente” y hermanastro de Isabel y de Alfonso), a quien conoció cuando poco después de ser coronado (Valladolid, 21 de julio de 1454) el monarca marchó a luchar en Granada; camino de esta ciudad fue hospedado con grandes honores por el padre de Beltrán, y Enrique IV, agradecido, se lo llevó consigo a la corte como paje al negarse a ir el primogénito. El año siguiente recibió su primer título, el de señor de Jimena (Jaén). Beltrán se ganó la confianza real y en 1458 pasó a desempeñar los cargos de mayordomo y maestresala. En 1459 entró a formar parte de la Orden de Santiago con el cargo de comendador de Uclés (la encomienda más importante de la Orden y su sede).


 Blasones de Beltrán de la Cueva en Cuellar (Segovia)

En 1462, fecha en que casó en Guadalajara con Mencía de Mendoza y Luna (hija de Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa, segundo marqués de Santillana, primer duque del Infantado, y de su primera mujer Brianda de Luna y Mendoza), sustituyó en el puesto de valido real a Juan Fernando Pacheco, marqués de Villena, lo que significó la aceleración de su ya veloz carrera; fue titulado conde de Ledesma, recibiendo en señorío numerosas villas castellanas hasta entonces de realengo (Atienza, Cuéllar, Ledesma, Molina, Mombeltrán, Pedro Bernardo, Roa y muchas otras, constituyéndose uno de los dominios territoriales más extensos del reino), y siendo nombrado Alguacil Mayor de Úbeda. Asimismo, acompañó al rey en la entrevista que tuvo en Fuenterrabía (Hondarribia) con el rey francés Luis XI, y en otra que tuvo con Alfonso V de Portugal. Poco después, Enrique IV obtuvo para él el maestrazgo de la Orden de Santiago*, lo que levantó protestas entre la nobleza, pues al ser casado estaba en contradicción con los requisitos de ese puesto, circunstancia que aprovecharon sus enemigos para atacarle y desacreditarle políticamente, en especial el marqués de Villena, que temía el gran poder que estaba adquiriendo Beltrán. Estos ataques, provocaron que Enrique IV tuviera que aceptar las condiciones impuestas por la nobleza rebelde, retirando el maestrazgo y expulsándolo de la Corte, aunque fuese temporalmente.

 
*El rey nombra maestre de la Orden de Santiago, vacante desde la muerte de don Álvaro de Luna, a su mayordomo mayor, don Beltrán de la Cueva, en el año 1464. Es don Beltrán un hidalgo andaluz, favorito del rey y, según los partidarios del marqués de Villena, amante de la reina doña Juana y padre de la infanta heredera doña Juana, apodada «La Beltraneja» por razones obvias.



En 1463 pasó a encabezar el Consejo Real. En 1464 él mismo recomendó ceder a Enrique IV, renunciando al maestrazgo en las entrevistas de Cígales y Cabezón de Pisuerga (ambos en Valladolid), aceptando así la sentencia de Medina del Campo del año siguiente que le despojaba del mismo. A cambio, fue elevado al rango de Ricohombre de Castilla y, el 26 de noviembre, se le otorgó su título más importante, el de primer duque de Alburquerque. Tenía menos de treinta años de edad. Este encumbramiento fue también el de su padre, Diego Fernández de la Cueva, que entre otros cargos y honores fue titulado vizconde de Huelma. Pero tal posición le supondría, no sólo la envidia de otros nobles, sino también un constante peligro para su vida, pues sufrió a lo largo de ella varios atentados, entre ellos el del Alcázar de Segovia y el de Villacastín (Segovia).

Enrique IV de Castilla

Participó en la guerra civil que siguió a la sublevación de la nobleza contra Enrique IV en la Farsa de Ávila (5 de junio de 1465), que pedía al infante Alfonso como heredero en lugar de Juana; como razón, los nobles proclamaron públicamente que ésta era hija ilegítima de la reina Juana de Portugal y de Beltrán de la Cueva, llamándola por ello Juana la Beltraneja, por los rumores sobre una supuesta relación entre la reina y Beltrán, y también porque se consideraba impotente al rey (su primer matrimonio, a la edad de 16 años, con Blanca II de Navarra, había sido anulado por esta razón y Juana había nacido seis años después de la segunda boda); asimismo, cuando en 1465 Beltrán sostuvo un “paso de armas” en El Pardo con ocasión de la visita de unos embajadores bretones, y al no revelar el nombre de su dama muchos consideraron que se trataba de la reina. En cualquier caso, entre 1465 y 1468, el tiempo que duró la guerra, encabezó los ejércitos monárquicos, venciendo en 1467 en la batalla de Olmedo a los hasta entonces triunfantes rivales.

Castillo de Cuellar, sede del archivo ducal
Después del Pacto de los Toros de Guisando (19 de septiembre de 1468) al nombrar Enrique IV heredera a su hermana Isabel (la futura Isabel la Católica, se retiró a Cuéllar, sin participar apenas en la vida política del reino salvo con ocasión de la lucha por el trono de Isabel la Católica, a quien apoyó, y en las campañas de Granada, donde luchó con arrojo. Al fallecer su padre en 1472 heredó su título (elevado a conde dos años después). Por esta fecha formalizó su primer testamento en Cuéllar, por el que creaba el mayorazgo de Alburquerque; sin embargo, un segundo testamento otorgado en la misma villa en abril de 1492, pocos meses antes de morir, instituyó dos mayorazgos más, el de Roa y otro, para sus otros dos hijos varones (uno de ellos ilegítimo), y varios para sus sobrinos.

Muerta su primera esposa Mencía de Mendoza y Luna, contrajo segundas nupcias en 1476 con Mencía Enríquez de Toledo, hija de García Álvarez de Toledo, primer duque de Alba de Tormes, y de María Enríquez. En 1482 contrajo matrimonio por tercera vez, en Cuellar, con María de Velasco y Mendoza, marquesa viuda de Villena. Con la primera tuvo, entre otros, a Francisco Fernández de la Cueva (nacido en 1463), que sucedió en su Casa a su padre y sería el segundo duque de Alburquerque; con la segunda a García de la Cueva y Toledo que falleció soltero, y con la tercera, a Cristóbal, señor de Roa, y a Pedro, señor de Torregalindo.


Además, tuvo un hijo natural en doña Beatriz de Santiago, su vasalla y vecina de Cuéllar, mujer de Santiago de Palencia, alcaide de la villa.

Merced de Enrique IV, en 1466, a Beltrán para que funde mayorazgo
Hombre valeroso y generoso, e inteligente hasta la brillantez, mucha parte del éxito de su carrera política se debió a sus grandes cualidades. Dedicó parte de su vida a glosar el Libro de Cetrería de Juan de Sahagún, cetrero del rey Juan II.


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