sábado, 3 de octubre de 2015

Hernán Cortés. Conquistador del Imperio Azteca


Célebre conquistador de México. Vilipendiado y glorificado como ningún otro conquistador español, a excepción quizás de Francisco Pizarro, venció a la Confederación Azteca* y fue fundador del México colonial.


Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano nació en Medellín (Badajoz) en 1485 y falleció, muy enfermo y cansado, en Castilleja de la Cuesta, (Sevilla), en diciembre de 1547, Conquistador del imperio azteca (México). Primer Marqués del Valle de Oaxaca, Gobernador y Capitán General de la Nueva España. Carlos V le concedió el hábito de Santiago. En sus últimos años de vida, ya muy agotado, el conquistador se puso al servicio de Carlos I al llegar a España, y a los 55 años decidió emprender la campaña de Argel.

Fue hijo único de un hidalgo extremeño, llamado Martín Cortés Monroy** y de Catalina Pizarro Altamirano. Por vía materna era primo segundo de Francisco Pizarro, quien posteriormente conquistó el imperio inca (no confundir con otro Francisco Pizarro, quien se unió a Cortés en la conquista de los aztecas). Como otros hidalgos, su padre lo envió a los catorce años a estudiar leyes a Salamanca, ciudad que abandonó dos años más tarde, movido por su afán de aventuras. Hernán Cortés se casó dos veces (con Catalina Juárez y con Juana de Zúñiga,) y tuvo once hijos documentados en seis relaciones diferentes.

Cortés también era primo segundo de Francisco Pizarro y Gonzalo Pizarro, respectivamente conquistadores del Perú y del Ecuador en Sudamérica. Igualmente, era pariente cercano de Francisco de Orellana, el primer europeo en explorar el río Amazonas.

Tras varios intentos fallidos, por una parte, de embarcar para las Indias, y, por otra, de participar en las campañas del Gran Capitán en Italia, finalmente, en la primavera de 1504, zarpó hacia la isla de La Española (Santo Doningo), donde se instaló como plantador y funcionario colonial. Allí conoció a Diego Velázquez de Cuéllar, adelantado y conquistador de los Reyes Católicos. Ambos forjaron una amistad y pusieron rumbo a Cuba en 1511 para empezar las expediciones de las que nacían rumores de los primeros españoles de riquezas nunca vistas. Pero pronto empezaron las disputas entre ambos por envidias y celos.

Durante las expediciones surgió la figura de Jerónimo de Aguilar, que conocía la lengua maya y actuó como traductor para entrar en contacto con los aborígenes con el fin de hacer negocios. Velázquez, más atraído por el oro que por la gloria, intentó quitarse del medio a Hernán Cortés, pero era demasiado tarde. El extremeño, que fue nombrado anteriormente por el propio Velázquez como alcalde de Santiago de Cuba, ya tenía a su disposición unos 550 hombres reclutados junto a 11 barcos para poner rumbo junto al propio Aguilar hacia México.

Llegaron cerca de Tabasco en 1519, tomando como suyos varios territorios indígenas. Allí se enfrentaron a tribus de rostros pintados, armados con hachas rudimentarias, arcos y lanzas. Pero aquellos guerreros aparentemente fieros no amedrentaron a Cortés ni a sus hombres. Los caballos montados por sus jinetes causaron dudas en los nativos, que a sus ojos pensaron que se trataban de bestias que escupían fuego, refiriéndose a este fuego como los arcabuces de los españoles. El miedo, la novedad y la contundencia de Cortés y sus hombres provocaron que los indígenas cayesen fácilmente ante la caballería y los arcabuces.

Marina Malinche
Los españoles se asentaron en la zona y no tardaron en enviar embajadores y caciques. Dándose cuenta de que los españoles no tenían mujeres, les ofrecieron esclavas y oro a cambio de baratijas y espejos. De entre todas las esclavas destacaba por su belleza Malinche, una princesa de un cacique local que ya solo era una esclava. Cortés ordenó bautizarla bajo el nombre de Marina, y quedó prendado de ella. La esclava hablaba náhuatl, y aquello significó un gran paso adelante para establecer relaciones con el líder azteca Moctezuma. Marina era la única que podía entender la lengua azteca, y actuó como traductora por medio de Aguilar para que la información llegase finalmente a Cortés.

Hernán comenzó a asentarse en territorio azteca, pero se topó con tribus muy guerreras. Fundó Veracruz, donde dejó una guarnición para continuar su camino hacia Tenochtitlan junto a 400 hombres. Desde un punto en lo alto contempló la ciudad imperial de posiblemente 1.000.000 de habitantes, que le causó una gran fascinación. La ciudad se erguía sobre lagunas, recordando mucho a Venecia.

A los oídos de Moctezuma llegaban noticias de la llegada de los españoles y quiso conocer a su enemigo. Por cortesía azteca, los españoles y algunos aliados nativos, una vez llegaron, se establecieron en un palacio. Pero los capitanes de Cortés estaban convencidos de que aquel acto de aparente hospitalidad era una trampa, además llegaron noticias de Veracruz de que la guarnición allí establecida había sido masacrada por aztecas de Moctezuma. Los capitanes de Cortés le instaron a hacer preso al líder azteca, pero el conquistador se mostró más precavido. Casi una semana después se acercó con Marina y sus capitanes hacia el propio palacio de Moctezuma, al que exigieron justicia.

Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma
Ambos líderes optaban por el diálogo, pero los capitanes se pusieron nerviosos y Marina le dijo a Moctezuma que se entregase sin que hubiese derramamiento de sangre. Moctezuma se entregó y se le llevaron cautivo a la zona de los españoles dentro de la propia Tenochtitlan. Mientras tanto, Velázquez organizó una flota para castigar a Cortés. Sus 1.000 soldados y 18 naves al frente de Pánfilo de Narváez arriban en las costas de México.

De lo que no era consciente Pánfilo es que la mitad de sus hombres estaban a favor de Cortés, más atraídos por el oro que podían conseguir y las aventuras que por lo que pudiese ofrecerle el propio Pánfilo. Cortés recibió la noticia y se presentó en 1520 ante Pánfilo con apenas 250 hombres para discutir aquello. Sabía que jamás podría ganar a ese ejército, pero finalmente le derrotó y sus fuerzas se unieron a las de Cortés, que volvió a Tenochtitlan donde le esperaba Pedro Alvarado y algunos de sus hombres.

En la ciudad imperial se dio cita un acontecimiento de celebración y sacrificios humanos, pero Alvarado no estaba dispuesto a consentir que se sacrificasen personas y, a pesar del intento de prohibición, Moctezuma no hizo caso y la fiesta siguió adelante. Dio comienzo una batalla en Tenochtitlan, que al llegar Cortés ya la vio iniciada. El 30 de junio de 1520 llegó el momento de huir. Cortés sabía que se jugaba demasiado y no quería perder más hombres. Durante su huida, en la noche y cargados de oro, los españoles cayeron por cientos ante una emboscada indígena. También cayeron miles de aliados nativos. Es la llamada Noche Triste para los españoles. El conquistador extremeño siguió batallando con las fuerzas que le quedaban en los días venideros hasta llegar a territorio aliado.

Allí se recuperó y conformó un ejército auxiliar de nativos que quiso volver a por Moctezuma. Pero las disputas en Tenochtitlan favorecieron a Cortés y sus hombres, pues los jóvenes líderes que se alzaban en la ciudad imperial ya no querían seguir a Moctezuma. Llegó la viruela, y con ella los estragos en la población indígena. Moctezuma había muerto durante la batalla civil. Su último líder, Cuauhtémoc, también murió. Poco después de la caída de Tenochtitlán, Hernán Cortés violó y dejó en cinta a la princesa Tecuichpotzin, hija del tlatoani Moctecuzoma Xocoyotzin. Después de ser bautizada bajo el rito católico, se conoció a esta princesa como Isabel de Moctezuma.

Cortés gobernó hasta 1540. Descubrió Baja California en sus expediciones, llegó al Pacífico y aportó nuevas nociones a la geografía. 

Heráldica de los "Cortés Monroy"


Con la constitución del Mayorazgo de Hernán Cortés hacia 1535, éste modifica su heráldica, uniéndola con los blasones de la familia de doña Juana de Zúñiga, su segunda esposa, perteneciente a una de las más altas y limpias estirpes españolas. Quedando así compuesto por la heráldica de las familias Cortés-Zuñiga-Monroy-Altamirano-Arellano.


**Su familia paterna procedía de tierras del antiguo reino de León, seguramente de Salamanca. Su bisabuelo, el hidalgo Nuño Cortés, fue el último que permaneció en tierras castellanas, siendo su hijo Martín Cortés el Viejo, el primero en establecerse en el condado de Medellín. Arraigaron en la tierra, llegaron a ser una familia extensísima, con bienes raíces hasta la Edad Contemporánea. Su abuelo, Martín Cortés el Viejo, sirvió con su caballo en la vega de Granada, a las órdenes de los casi legendarios Álvaro de Luna y Pedro Niño. En recompensa por sus servicios, el rey Juan II de Castilla, el tres de julio de 1431, lo armó solemnemente caballero de Espuela Dorada. Tras finalizar su etapa como militar, se asentó definitivamente en tierras de Medellín. Una decisión que no tenía nada de particular, pues Extremadura se repobló básicamente con castellano-leoneses.



Don Martín, había conseguido honra y fama para todo su linaje. Como otros caballeros, tenía su casa solariega en la villa matriz, pero pasaba la mayor parte del tiempo en una aldea del entorno, concretamente en Don Benito, donde tenía la mayor parte de sus fincas rústicas. Las tierras las adquirió seguramente en compensación por sus servicios de guerra, siendo normal que los caballeros recibiesen entre cuatro y doce yugadas. Tuvo al menos seis hijo legítimos –cuatro varones y dos hembras-, además de una hija ilegítima. El padre del conquistador, era el más pequeño de los hijos varones de Martín Cortés "El Viejo", nacido en torno a 1449, probablemente en la casa solariega que la familia poseía en el centro de la villa de Medellín, en la calle Feria, y donde pasaban una parte del año. En el concejo de esta villa desempeñó distintos cargos, como regidor y procurador general. Se desposó con Catalina Pizarro Altamirano, una mujer de ascendencia hidalga, cuya familia procedía de Trujillo a donde había llegado en el siglo XIII, procedente de Ávila. El matrimonio tuvo un solo hijo varón, el futuro conquistador de México.

*Los Aztecas se estructuraban en una confederación conocida también como la Triple Alianza, integrada por 3 pueblos: Tenotichlán, Texcoco y Tlacoplan. Los primeros tenían la jefatura del ejército y del culto, y su capital era la sede de las decisiones. Cada pueblo contaba con instituciones de gobierno autónomo. La confederación mexicana llevó su dominio a un área que abarcaba la mayor parte de los territorios de México y Guatemala actuales, a cuyos pueblos habían sometido obligándolos a pagar tributo consistentes en bienes y en personas.

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